ANSIEDAD. La madeja de lana.

La ANSIEDAD es una palabra que cada vez está más en uso. Se oye en muchas conversaciones del día a día porque expresamos así la sensación de sentirnos sobrepasados por las circunstancias.

Se pueden oír expresiones como por ejemplo: “Uff, no puedo más, de verdad…qué ansiedad!!” o ”estoy agobiada, tengo mucha ansiedad”. Pero, ¿sabemos exactamente qué es la ansiedad?

La ansiedad es una respuesta adaptativa, física y cognitiva, que ayuda a afrontar dificultades y a resolver problemas. Pero en ocasiones, cuando entre la persona y su entorno se produce un desequilibrio, puede resultar complicado controlarla.

Los ritmos de vida actuales y los cambios vitales pueden aumentar nuestros estados de alerta, de nerviosismo y preocupación, generando un gran malestar en la persona que le dificulta el correcto desarrollo de su vida.

Algunos de los síntomas más usuales de la ansiedad son: intranquilidad, nerviosismo, miedos, preocupaciones, pensamientos recurrentes, falta de concentración, bloqueos, desgana o sensación de insatisfacción. Además, pueden ir acompañados de síntomas físicos como: dificultades para respirar, conciliar el sueño, aumento del ritmo cardiaco o sequedad de boca.


Hasta aquí parece claro en qué consiste la ansiedad, pero ¿por qué la sufrimos? y ¿qué hacemos con ella?

Estas son preguntas muy comunes cuando nos enfrentamos a la ansiedad, y sus respuestas son variables muy significativas en el acompañamiento a las personas que la padecen.

La ansiedad es el síntoma, la parte visible, tangible y la que es más evidente de alguna otra dificultad que nos está atormentando por algún lado. O de varias dificultades. Nuestro cuerpo nos habla, nos alarma, y debemos escucharle.

Esa dificultad “secundaria” puede estar más escondida o menos, así que necesitaremos individuarla y conocerla para aceptarla y afrontarla.

Trabajar sobre estas dificultades que se van descubriendo durante el proceso de conocimiento propio, supone un avance hacia la mejoría y el bienestar personal, y de consecuencia, también influye en la disminución de la ansiedad.

Una vez que sabemos lo que es la ansiedad, que aprendemos a identificarla en nuestro caso particular y que descubrimos qué situaciones nos la disparan, se está preparado para trabajar y tomar conciencia de ella.

Implica atreverse a escucharla, a acompañarse, a ser compasivos, a no culparse y finalmente aceptarla. Suele venir muy bien el acompañamiento con una buena respiración y/o relajación que nos permita bajar la activación para comenzar a nivelarla.

El conocimiento es una herramienta maravillosa, que empodera y ayuda a integrar las cosas de otra manera. Con ella disminuye el temor y la inseguridad, a la vez que aumenta la confianza y la creatividad.

Mesa de madera con un café, un cuaderno y un boli, y una madeja de lana recién organizada, como podemos hacer con la ansiedad
Puede ser útil ver la ansiedad como un ovillo de lana enredado, en el que podemos trabajar para llegar a desenredar.

Para entender la ansiedad puede ser útil verla como una madeja de lana, pero enredada. En ella, según vamos tirando del hilo, podemos encontrar trocitos de cosas variadas que se han ido quedando pegadas. Son pedacitos enganchados que podemos observar, y de los que vamos a averiguar de dónde se han desprendido y a qué lugar pertenecen.

Además, mientras desenredamos el hilo por uno de los lados, podremos ir formando una nueva madeja de lana por el otro, aprovechando para dejarla más limpia, cuidada y ordenada.

Ana Sainz-Pardo

 

Foto de Eva Elijas

Foto de Nida

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