LA AUTOESTIMA. El alimento

Es difícil entender la Autoestima sin conocer primero qué es el Autoconcepto.

El AUTOCONCEPTO es la imagen que tenemos formada de nosotros mismos, tanto física como psicológicamente. Se va generando a lo largo de toda nuestra vida, desde la infancia, y, por tanto, es modificable. Cuanto más cercana a la realidad sea, tendremos mejores relaciones con el entorno y con nosotros mismos, y más fuerte y sólida será nuestra autoestima.

La AUTOESTIMA, por tanto, es el resultado emocional que nos produce nuestro autoconcepto. Es decir, es el aprecio que uno se tiene a sí mismo. Es la manera en la que nos percibimos y la valoración que hacemos de dicha percepción. También es modificable, puesto que resulta cambiante en función de los acontecimientos vitales y de las circunstancias.

Una autoestima positiva es una base fundamental para la salud psicológica. Interviene en muchísimos de los aspectos del ser humano e influye tanto a nuestra forma de ver el mundo como a nuestras relaciones.

Y es que el quererse a uno mismo es fundamental. Es cuidarse, permitirse, darse concesiones, escucharse, valorarse, respetarse… Todo esto que parece obvio, y que resuena en miles de sitios como un tintineo repetitivo y sin sentido, no lo es. Es realmente importante y debemos darle la atención que se merece.

Corazón hecho de trozos de cristal que representa la autoestima rota
«Una autoestima positiva es una base fundamental para la salud psicológica»

Si la autoestima depende del autoconcepto, es interesante observar y trabajar sobre su evolución a lo largo de la propia historia personal. Evaluar qué le ha influido, sobre qué elementos está construido, cuanto es fuerte o cuanto es débil, con qué estoy de acuerdo y con qué no, qué lo confirma y qué lo desmiente, o qué me gustaría cambiar, cómo etc… puesto que esto ayudará a su vez a movilizar el amor que nos tenemos.

Se podría decir que la autoestima es como el alimento para la persona, porque la nutre, la recarga con un poquito de energía, con buenas dosis de confianza y es de gran ayuda para la acción. Además, ayuda a que todo el resto de procesos de la persona se encuentren en equilibrio y armonía.

Por lo tanto, el ser humano sin su alimento, sin sus comidas diarias, se siente abatido, se debilita y parece que va arrastrándose por el mundo, como si fuese trasparente. Provocando a su vez, que el resto de procesos se vean afectados también, como sucede con el humor, con la comunicación verbal y no verbal o con algunas capacidades cognitivas; influyendo de este modo también sobre la percepción de la persona hacia su entorno y sus relaciones.

Es importante, al fin y al cabo, aprender a abastecerse con alimentos nutritivos y equilibrados. Que nos aseguren que nos vamos a querer, sano, mucho y bien.

Ana Sainz-Pardo

Deja un comentario