Es importante diferenciar entre ansiedad y pánico, y entre ataques y trastornos.
La ANSIEDAD es una respuesta física y cognitiva adaptativa que ayuda a afrontar dificultades y a resolver problemas. Es, por tanto, una respuesta natural ante situaciones de estrés o que interpretamos como amenazantes. De forma frecuente conlleva sensaciones de nerviosismo por las preocupaciones y miedos que nos generan las situaciones vividas.
En el DMS-V se hace una distinción importante a este respecto: El miedo es una respuesta emocional a una amenaza inminente, real o imaginaria, mientras que la ansiedad es una respuesta anticipatoria a una amenaza futura.
Cuando los síntomas de ansiedad se vuelven más significativos que los eventos que los desencadenaron, son excesivos, intensos, persistentes y comienzan a interferir con tu vida, podrían ser señales de un trastorno de ansiedad.
En los TRASTORNO DE ANSIEDAD se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror. Suelen alcanzar su nivel máximo en cuestión de minutos, provocando sensación de pérdida de control, para después ir bajando paulatinamente. Cuando se produce de forma inesperada, podríamos estar hablando de un ataque de pánico.
El ATAQUE DE PÁNICO tiene su aparición de forma repentina, y consiste en ráfagas de un malestar muy intenso que viene acompañado de síntomas físicos que normalmente causan preocupación, como palpitaciones, dificultades al respirar, calor o sudoración.
Es verdad que el ataque de pánico suele remitir rápido, pero hay que tener en cuenta que el organismo necesita tiempo para recuperarse de las sustancias químicas y la adrenalina que se han presentado durante el mismo.
Cuando se sufren de forma repetitiva ataques de ansiedad, puede derivar en un trastorno de pánico.
El TRASTORNO DE PÁNICO consiste básicamente en tener miedo a sufrir ataques de pánico. Miedo a pasar miedo, a los síntomas, a sufrir.
→ Por tanto, la ansiedad responde a un desencadenante que podemos identificar, ya sea una anticipación, a expectativas o como reacción a un suceso.
→ mientras que el pánico puede presentarse sin motivo aparente.
A la hora de trabajar con personas que sufren cualquiera de estos trastornos se puede observar que la mayoría tiende a protegerse de la problemática con conductas evitativas, que les ofrecen un alivio inmediato, pero a la larga no les da una solución.
Evitar lo que nos da miedo nos obliga a transformar nuestra vida en función de ello, recortando nuestras oportunidades y redirigiendo las preocupaciones siempre hacia los mismos estímulos.
El trabajo en terapia consiste en reaprender formas diferentes de funcionar ante la vida, haciendo a la persona dueña de sí misma (emociones, conductas, pensamientos) para afrontar las situaciones desde otro lugar que le aporte seguridad y confianza.
Ana Sainz-Pardo
Foto de Elīna Arāja