Ser buena persona es también saber decir que NO.

Pues eso, que decir que NO, no es de de malas personas.

Porque a veces nos confundimos…

Se puede, y se debe rechazar un ofrecimiento si no lo queremos aceptar. También es lícito no querer hacer un favor, decir que estamos enfadados por algo que consideramos injusto, o no contestar a preguntas que nos resulten incómodas.

Pero a veces cuesta mucho…

Y es que nos han enseñado que no está bien ponernos en primer lugar, que debemos siempre anteponer a los otrosParece que si no aceptamos todo lo que implica a los demás somos malas personas. O egoístas, o maleducados.

Por tanto, hemos aprendido que no es del todo correcto expresar nuestros deseos y necesidades.

Pues así nos va…

Decir que «NO» es igual de importante que decir que si.

Nos hemos dejado a nosotros mismos los últimos de la fila. En el fondo de nuestras prioridades. Y así, poco a poco, nos decimos silenciosa -y constantemente- que no somos importantes, ni merecedores de atención.

Y claro, a veces ocurre que cuando nos hartamos de transigir, ya decimos o actuamos de malas formas. Con resultados indeseados, porque normalmente no nos llevan a conseguir nuestros verdaderos objetivos. Podemos, incluso, herir sentimientos, o recibir consecuencias inesperadas, y por supuesto, todo esto nos hace sentir fatal.

Por esto es necesario atendernos, escucharnos y comprendernos, para poder actuar en consecuencia. Y saber utilizar el lenguaje y sus formas para comunicarnos con nuestro entorno de forma eficaz. Esto es ser justo y generoso.

También es importante señalar que detrás de este “ser buenos” diciendo siempre que sí, e ignorándonos por dentro, suele haber inseguridades y miedos:

  • a exponernos,
  • a salir de una zona de confort donde sabemos de memoria las fórmulas que funcionan,
  • a innovar,
  • equivocarnos,
  • a ser uno mismo,
  • al rechazo de los demás
  • etc.

Esto hace que nuestra personalidad se quede cada vez más escondida, más retraída, porque damos siempre la cara que sabemos que debemos dar, no la que queremos enseñar en realidad.

Es una forma de autosabotaje que nos dificulta desarrollar, crecer y conformar nuestra personalidad de forma libre y sana.

El ser una persona buena al final tiene que ver con ser asertiva, cuidar nuestra autoestima y también con el respeto hacia los demás, pero por supuesto y primordial, hacia nosotros mismos.

Ana Sainz-Pardo

 

Foto: Canva

Foto de cottonbro 

Deja un comentario