De manera natural solemos ir avanzando en la vida y evolucionando en conjunto, o a pesar, de las dificultades. Pero en ocasiones, nos resulta demasiado complicado, y aparecen síntomas considerados más graves o intensos de lo que se podría esperar para la situación vivida, lo que suponen las dificultades adaptativas.
Estos síntomas suelen estar relacionados con la ansiedad, el estrés, o la depresión, y nos acompañan durante un largo tiempo impidiendo que realicemos una vida tranquila.
Las DIFICULTADES ADAPTATIVAS suelen aparecer cuando ante un cambio vital no se produce una adaptación natural.
El estrés que el cambio conlleva, no se gestiona de manera efectiva y pueden aparecer diversas dificultades a nivel emocional, comportamental o relacional.
Las dificultades de adaptación pueden experimentarse a todas las edades y ante diferentes acontecimientos como la jubilación, menopausia, maternidad, inicio en el mundo laboral o nuevos entornos laborales o académicos, cambios de domicilio y traslados, enfermedades o muertes, separaciones o cambios de estructura familiar (por nacimiento, unión de varias familias, nacimientos, conciliación familiar, etc).
Las dificultades adaptativas se pueden ver como un cruce de caminos que nos señala un cambio de rumbo en nuestro trayecto, pero no disponemos de los recursos necesarios para afrontarlo. Nos resulta inesperado, o repentino, o no nos sentimos preparados, o simplemente nos sobrepasa.
Todo lo que este cambio nos provoca (emociones, pensamientos y conductas) se trabaja para que se produzca una buena adaptación a la nueva situación de la persona, lo que alivia los síntomas y permite recuperar la satisfacción vital. Además, se desarrollan estrategias de afrontamiento que sirven de prevención para futuras ocasiones.
Y es que elegir caminos no es fácil, y a veces, cuando nos vienen dados, tampoco es sencillo seguirlos. Pero podemos estar preparados para aprender, acoger e integrar lo que nos venga sin sentir mayor dolor del necesario.
Ana Sainz-Pardo
Foto de James Wheeler
