“CUANDO EL DESEO FUTURO NOS ROBA LA FELICIDAD DEL AHORA”

Hoy hablo de desear un futuro que nos roba lo que vivimos ahora. Sobre el poder de las Expectativas, el efecto Nocebo, la Profecía Autocumplida y el Lenguaje.

El otro día leí un artículo muy interesante en la revista “Internazionale” sobre la fuerza de nuestras expectativas (en italiano).

Antes de nada, me gustaría aclarar lo que es una EXPECTATIVA: es la esperanza o la posibilidad de conseguir algo. La convicción de que algo sucederá, aunque aún no se haya verificado. Es importante señalar, que es una convicción fuerte, pero que no tiene porqué ser fundada en algo real, y que puede ser optimista o pesimista.

La ESPERANZA, sin embargo, tiene que ver con la confianza y el deseo. Es un estado de fe, un sentimiento optimista hacia algo que no se ha concretado aún, y suele estar basado en una expectativa.

En el artículo se hace referencia a una investigación danesa (se puede leer en español e inglés) sobre la fuerza de las palabras; y pone en relación el deporte, la percepción del dolor y las expectativas.

Fueron 83 voluntarios a los que inicialmente se les midió la tolerancia que tenían al dolor.

Después se les dividió en 3 grupos: a unos se les dijo que el deporte aumenta la tolerancia al dolor, al segundo grupo no se les dijo nada al respecto, y al tercer grupo se les dijo lo contrario, que el deporte disminuye esa tolerancia.

Esto vincula la percepción que tenemos del dolor con nuestras expectativas sobre el deporte.

Después todos hicieron una sesión de deporte, y posteriormente se les volvió a medir la tolerancia al dolor.

Los resultados fueron sorprendentes, porque no fueron acordes a sus capacidades fisiológicas, sino que en todos los casos fueron acordes con las expectativas inculcadas previamente por las declaraciones de los investigadores.

Querían demostrar, por tanto que, aunque el deporte nos hace sentir mejor y tiene múltiples beneficios para la salud, entre ellos el de mitigar la percepción de dolor, si nuestras expectativas hacia el deporte no son positivas, pueden hacer que no se produzca en nosotros tal efecto beneficioso.

Es decir, si nos dicen que hacer ejercicio nos ayudará a soportar mejor el dolor, nos hará tal efecto, lo sentiremos y lo percibiremos así.

Pero si nos dicen lo contrario, será así como nos sentiremos, y seremos menos capaces de soportar dolor.

En los grupos experimentales, además, se pudo comprobar que las expectativas negativas tenían más peso que las positivas, corroborando el conocido efecto NOCEBO, que es el empeoramiento de los síntomas de una enfermedad por la expectativa, consciente o no, de efectos negativos del tratamiento.

Sería justo lo contrario al efecto PLACEBO, que es la mejora de los síntomas de una enfermedad en un paciente que lleva a cabo un tratamiento sin propiedades curativas reales.

Esto significa que los voluntarios que recibieron información negativa sobre los efectos del deporte y su relación con su tolerancia del dolor, debido a las expectativas que se crearon, percibieron esta asociación con más fuerza que los que recibieron información positiva al respecto, o neutra.

Los resultados mostraron que el grupo de información negativa obtuvo resultados más pronunciados y acordes con las expectativas creadas a través del lenguaje. Esto influyó en su percepción del dolor, haciéndolo más insoportable.

Aparece también la PROFECÍA AUTOCUMPLIDA, que dice que cuando tenemos la convicción de que algo ocurrirá, solemos comportarnos como si ya hubiera ocurrido, lo que hace más probable el resultado final. Sus efectos se han demostrado tanto con expectativas negativas como con positivas.

Esta profecía ha sido muy estudiada, y una de las investigaciones más claras es la de Robert Rosenthal (en inglés), donde a unos profesores se les indicó que varios alumnos -realmente elegidos al azar- tenían grandes potenciales. Poco a poco se observa cómo estos alumnos reciben una atención especial y los docentes les tratan de forma diferente a los demás, haciendo así que las expectativas positivas sobre estos alumnos se hicieran verdaderas, y obteniendo al final del curso unos resultados muy positivos y acordes con lo esperado.

Parece que hay una evidente retroalimentación entre la percepción y los resultados positivos.

Por tanto, estamos viendo que nuestras expectativas dirigen e influyen de forma directa en toda nuestra vida. Sobre nuestros deseos, nuestras elecciones, nuestras decisiones, nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos o sobre nosotros mismos.

Esto nos indica, y parece obvio, que es mejor tener expectativas positivas y ser optimistas.

vaya de carrera de obstáculos que representa las dificultades de nuestras expectativas

Pero claro, ¿qué ocurre cuando nutrimos demasiado en positivo nuestras expectativas?, es decir, ¿y si somos demasiado optimistas y/o confiamos demasiado en el dogma de ser positivos para que todo salga bien?.

Aquí es cuando llega la FRUSTRACIÓN. Y la pongo en mayúsculas, porque cuando la sentimos es una emoción difícil de sobrellevar, por tanto es muy importante aprenderla a gestionar.

La FRUSTRACIÓN es un sentimiento de decepción, de desilusión, de ira y de tristeza provocados por la imposibilidad de cumplir un deseo o una necesidad.

Por tanto, un exceso de expectativas nos expone directamente a la frustración.

Y aquí es donde quería llegar, porque como sucede con casi todo, los extremos son peligrosos.

Lo importante es ser consciente de nuestras expectativas y su impacto en nuestras vidas. Lógicamente parece ser mejor intentar que sean expectativas positivas, pero siempre manteniéndolas en la línea de la realidad.

Resulta vital activar nuestra conciencia para que nuestras expectativas, y la felicidad que vendrá con ellas, no nos roben la felicidad de la realidad actual.

Porque no olvidemos que pensar demasiado en lo que aún no hemos conseguido nos puede hacer perder de vista lo que tenemos ahora, e impedir que disfrutemos de ello.

Ahí os dejo pensando… pero no demasiado. ¡Mejor disfrutemos ahora de todo lo que tengamos!

Ana Sainz-Pardo

 

Foto de Andrea Piacquadio

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