La Familia, mi familia, tu familia.

El 20 de septiembre de 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclama el 15 de mayo como el Día Internacional de la Familia.

Lo hace con la intención de concienciar sobre el importante papel de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, señalándola como una gran oportunidad de aprendizaje permanente.

Una de las definiciones de la RAE es: “conjunto de personas que comparten alguna condición, opinión o tendencia”, y sinceramente es la que más se acerca a lo que yo considero una familia.

La familia es el grupo primario del ser humano, es nuestro primer contacto con el mundo, y donde se generan nuestras primeras relaciones. Es una unidad básica de la sociedad donde, efectivamente, se da el papel importantísimo de la educación para sus miembros; pero también, en ella se generan lazos afectivos y emocionales de unión entre los componentes que dan lugar al apego, y es el lugar donde se aprende a convivir con el resto de la sociedad fuera del círculo familiar.

Para mí la familia se elige, se hace, se cuida, crece, se desarrolla y permanece, o incluso muere. Es cambiante y abierta. Se balancea y se equilibra. Se siente.

Realmente la familia la podemos apreciar donde nosotros queramos. Es casa, hogar, calor, un sitio seguro. No necesariamente es la que está unida por lazos de sangre.

Yo veo a mi familia como aquellos quienes conforman mi círculo de amor. Con quienes necesito estar en contacto. A quienes echo de menos cuando no los tengo. De quienes me siento orgullosa, a quienes admiro y de quienes aprendo siempre cosas.

Son aquellos en los que pienso cuando quiero compartir algo increíble que me ha sucedido, o cuando me siento sola y necesito una charla distendida, o triste y busco confort, o tan alegre que no puedo contener mi éxtasis y debo sacar mi verborrea con alguien que me soporte un rato sin juzgarme.

Mi familia no está hecha solo de genética o biología, si no de amistad, de lealtad, de afecto, apoyo y comprensión.

Y de diversión y de amargura.

Y de compartir aprendizajes, experiencias, risas, vergüenza, discusiones o momentos de puro dolor.

Y de amor del bueno, de ese sincero y libre que te llena el alma, porque cuando lo sientes, sabes que es porque tú lo has elegido.

Ana Sainz-Pardo

Consultado: https://www.un.org/es

Foto: by bristekjegor

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